FRANKLIN TELLO MERCADO

Imagen de Franklin Tello Mercado

Por Nelson Estupiñán Bass

Prólogo escrito para la segunda edición de Más allá de la simple receta.

Imagen de Franklin Tello Mercado

Por Nelson Estupiñán Bass

Prólogo escrito para la segunda edición de
Más allá de la simple receta.

 

Franklin Tello Mercado, eminencia de la ciencia médica ecuatoriana, nació en la ciudad de Esmeraldas el 19 de diciembre de 1902; sus padres fueron don Luis Tello y doña Alcira Mercado.

En el Instituto Nacional, de Panamá, donde ejerció el cargo de ayudante de biblioteca, obtuvo el título de bachiller en humanidades. Comenzó sus estudios de medicina en la Universidad Estatal de Santiago de Chile, pero volvió a Esmeraldas por motivos de salud. En la Universidad Central reanudó su aprendizaje de médico. En su sexto año ganó el Premio Roberto Leví: un equipo de consultorio médico.

Su tesis doctoral fue publicada en los Anales de la Universidad Central. En su época estudiantil fue profesor de ciencias naturales en el Colegio Mejía. Ejerció los siguientes ministerios: de Educación (1934); de Previsión Social y Salud (1948); de Previsión Social (1963). Contrató los servicios de catedráticos extranjeros para le mejoría de la Escuela Politécnica; contrató la construcción de los colegios Vicente Rocafuerte, de Guayaquil, y 5 de Agosto, de Esmeraldas. Por sus gestiones la Organización Mundial de la Salud (OMS) envió una brigada de médicos escandinavos que aplicó la vacuna antituberculosa (BCG) a un millón de niños ecuatorianos; así mismo obtuvo que el Servicio Cooperativo Interamericano efectuara en Esmeraldas una prolongada campaña para erradicar la buba o pian y el paludismo.

Fue pionero en el tratamiento del neumotórax artificial de la tuberculosis pulmonar; también lo fue en la transfusión brazo a brazo. Fue director del Hospital Eugenio Espejo, de Quito, y director de la Asistencia Pública Nacional. Entonces, con ayudas estatal y campesina, logró plantar en las haciendas de la institución que conducía, cuatro millones de eucaliptos.

Presidió la delegación ecuatoriana al Congreso Médico de Río de Janeiro (1946), al que acudieron, entre otros facultativos de renombre, Alexander Fleming, descubridor de la penicilina. Representó al Ecuador en la XVIII Asamblea de la OMS en Ginebra (1964).

Recibió las siguientes condecoraciones: la Gran Cruz de la Orden Bernardo O’Higgins, de Chile; la Gran Cruz de la Orden Vasco Núñez de Balboa, de Panamá; la Gran Cruz de la Orden Hipólito Unanue, del Perú, que la devolvió con motivo del último conflicto limítrofe con el vecino país. Ostentó también el Grado de Oficial de la Orden al Mérito del gobierno ecuatoriano.

La vida de Franklin Tello Mercado es un perenne desafío contra la obstaculidad, una batalla a capa y espada hasta la muerte por la seriedad, esto es por salir triunfante del montón, una acendrada pasión por servir a los demás. Pertenece a esa fulgurante pléyade integrada por Luis Vargas Torres, Luis Tello, Carlos Concha Torres, Ramón Chiriboga, Roberto Luis Cervantes, José Jijón Calderón, Juan Antonio Checa Drouet y Gustavo Becerra, nuestros «Nueve de la Fama», la constelación esmeraldeña que es el aporte de la provincia a la dignidad, el desinterés y a la pulcritud nacionales, que nos limpia los ojos cuando la miramos, para que podamos contemplar el ayer esmeraldeño, sobre todo ahora que la Zona Verde está en un callejón sin salida, marchita en casi todos los sentidos.

Qué placentero y reconfortante es leer Más allá de la simple receta, del doctor Franklin Tello Mercado, libro bien escrito por sus cuatro costados, una conversación en vivo, en directo y a colores, como las que tuve el honor y la buena suerte de sostener con él en Quito y Esmeraldas, saludables no solo en el sentido médico, sino también sobre tópicos políticos, nacionales y extranjeros. Qué copioso manantial de sabiduría y experiencias de este varón aflorado de la clase más humilde, ¡con el corazón y la palabra generosa siempre abiertos!

Leyendo y releyendo veo a don Luis Tello, su padre, oteando, en su carácter de Gobernador, los mejores caminos para empujar la Provincia verde hacia adelante; y a doña Alcira, su madre, con la sonrisa a flor de labios, a veces enredada entre sus dientes de oro, amasando panes y dulces para deleitar el paladar de grandes y de chicos. Escudriñando este libro —¡no sé cuántas veces, por lo subyugante, vuelvo a releerlo!— me ha venido a la memoria este pensamiento del ilustre escritor norteamericano Ezra Pound: «Se mide mejor un árbol cuando ya está caído». Y este otro, del maestro argentino Aníbal Ponce: «Hay que practicar la dignidad como norma directriz de la conducta humana». Porque Franklin Tello Mercado fue, no, mejor dicho: es, un frondoso guayacán florecido y Decano de la Dignidad Humana.

Más allá de la simple receta es un abierto emporio de multisabiduría, provechoso no solo para aspirantes a médicos, sino para todos los que deseen aprender el trayecto a seguir para acceder a las alturas estelares del hombre. El volumen se enriquece más ahora, con la colaboración de otros ilustres colegas suyos.

Esta refulgente luz ecuatoriana se apagó el 5 de julio de 1991, en Esmeraldas.